Hace
ya 40 años de la primera manifestación del Orgullo que se celebró en
Barcelona y que consiguió reunir a 4000 personas que al grito de “No
somos peligrosos” recorrió las Ramblas de la capital catalana. Este año
2017 (por si alguien no se había enterado aún) se celebra en Madrid el
World Pride que es algo así como la Expo Universal pero con muchos gays,
lesbianas, bisexuales, transexuales, pansexuales, intersexuales y
heterosexuales llegados de todo el Mundo y de todos los rincones de
España dispuestos a darlo todo como si no fuera a haber un mañana.
De ser detenidos por escándalo público hemos pasado a poder
casarnos por todo lo alto pero no dejemos que nos doren la píldora
diciendo lo divinas y guapas que somos porque no podemos bajar la
guardia y es que siglos de paletismo y de maldad religiosa no se borran
de un plumazo. El orgullo es un arma que nos ha de servir para ir con la
cabeza bien alta y no dejar que nadie nos pisotee. Es algo que le
debemos a tantas personas que se han dejado la vida y el alma por el
camino luchando por nuestros derechos. Unos derechos que nadie nos ha
regalado, es algo que se ha conseguido con mucho esfuerzo y gracias al
sacrificio de muchos...y muchas.
Este año hemos aprendido que somos capaces de luchar no
sólo por nosotros, hemos descubierto que en lgTbi la T también es cosa
nuestra, que si hemos logrado que gays, lesbianas y bisexuales tengamos
los mismos derechos que los heterosexuales ahora nos toca luchar todos a
una para que l@s transexuales puedan vivir con dignidad e iguales que
l@s demás. Hemos descubierto que ante el odio nosotros somos más fuertes
y que ni un autobús cutre ni toda la Iglesia Católica van a poder con
el poder del amor, del respeto y de la tolerancia. Somos conscientes de
que debemos partirnos la cara por todas las personas LGTBI de Chechenia,
Siria, Arabia Saudí, Indonesia o cualquier otro país en donde no tienen
voz y además son agredidos, torturados y encarcelados...cuando no son
asesinados. La solidaridad no puede ser sólo local, ha de ser global y
mientras haya una sóla persona en el Mundo perseguida por su orientación
sexual o identidad de género no podremos bajar la guardia.
Nos queda mucho camino por recorrer y hemos demostrado que
cuando nos unimos somos invencibles. El poder del amor y de la razón es
infinito. Recordemos cada día que la lucha de uno es la lucha de todos y
que sólo así podremos sentirnos realmente orgullosos y orgullosas.
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